Código propuesta de inversión: 6959
Rediseño del parque La Carrasca para que los perros puedan andar y jugar sueltos controlados por sus amos en horario restringido de 7 a 9 horas y de 19 a 21 horas, salvo en verano que podría ser de 20 a 22 horas (tiempo suficiente para que los niños estén en casa).
Actualmente el parque tiene una zona rectangular infraulizada central que podría ser utilizada para que los perros estén sueltos en dicho cesped en determinados horarios restringidos. Simplemente dejándolos estar allí bastaría.
No haría falta aislar la zona cercana de juegos para niños de arena, aunque si se cree conveniente sería una medida más. Simplemente sabiendo que los perros no pueden estar sueltos fuera de los horarios establecidos se podría convivir perfectamente.
Nota: el pequeño espacio de sociabilización para perros que existe en una esquina, se puede mantener para aquellos perros no acostumbrados a estar sueltos o para fuera de dichos horarios.
Lógicamente, es preciso que el servicio de jardinería colabore para el rediseño y los posibles cuidados a estas zonas (al igual que se hace cuando nuestros niños juegan con la pelota o montan los cumpleaños o nuestros adolescentes comen y bebén allí). Como se hace en otras ciudades de España.
Recordar que en muchas otras ciudades de España los animales pueden disfrutar de momentos de libertad, aquí siguen condenados al encierro, a la correa perpetua, a los recintos polvorientos y descuidados..
San Sebastián, Madrid, Barcelona, Bilbao, Zaragoza o Vitoria han entendido algo muy básico: los perros necesitan correr, jugar, socializar. Necesitan, como nosotros, respirar un poco de libertad. Por eso, sus ayuntamientos han habilitado horarios y espacios —en parques y hasta en playas— donde los perros pueden ir sueltos, con normas y siempre bajo responsabilidad de sus dueños. No es caos ni descontrol. Es convivencia. Y funciona.
Pero Valencia no. Aquí, en una ciudad con cientos de parques no somos capaces de ofrecerles ni unas pocas horas al día para que corran libres salvo en pequelas áreas llenas de tierra y hoyos sin cuidar adecuadamente.
Claro que habrá quien se queje, como en todas partes. Pero las otras ciudades lo han conseguido, y nosotros también podemos. La convivencia es posible. Y aunque no tengas perro, ¿de verdad molesta tanto ver a un animal feliz, corriendo, moviendo la cola, compartiendo la alegría con su dueño? Y si no te gustan, tendrás todo el resto del día, y cientos de otros espacios, para ti solo. No se trata de invadir, sino de compartir.
Valencia tiene la oportunidad de ser más justa, más amable, más humana. Solo hace falta voluntad y un poco de empatía.
Porque al final no se trata solo de perros. Se trata de qué tipo de ciudad queremos ser.